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Joan Iranzo
La pintura de Joan Iranzo es como un canto a la vida, una llamada al goce de la luz, el fruto de una mirada optimista proyectada sobre el mundo.
Pocos artista como él hacen concordar el talante de la persona con el de la obra. La pintura de Iranzo y él mismo se identifican de una manera indisoluble. Ambos tienen este carácter vitalista, espontáneo, habitualmente alegre. Ambos rezuman simpatía. Comparten una vitalidad desenvuelta, natural, gustosa de los placeres de la existencia, esa disposición constante a disfrutar captando la esencia de las formas y colores de su entorno más inmediato.
(fragmento del escrito " Pintor de raza" de Jordi González Llàcer)
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